Gonzalo Arango
Principios estéticos del nadaísmo
Por María-Dolores Jaramillo
El Primer manifiesto nadaísta escrito por Gonzalo Arango en 1958, hace 60 años, parece haber sido leído con desdén. Porque en él cifra el autor todas las ideas estéticas básicas del nadaísmo, y expone su renovadora propuesta artística. La que muchos lectores y escritores despistados aún se preguntan dónde está. O que incluso se atreven a negar.
G. Arango inicia estableciendo las diferencias entre la poesía y la política, y hace una separación indispensable con la literatura comprometida o ideológicamente afín con determinadas posiciones partidistas. Llamada en nuestros días literatura politizada o ideológica o militante. Señala en 1958 que no se debe hipotecar la poesía a ideas de orden social, religioso o político (1). Que son servidumbres ajenas a su auténtica esencia imaginativa y libre.
El Primer manifiesto formula la necesidad de una nueva estética (2). Diferente del romanticismo, el modernismo, el parnasianismo, el piedracielismo y otras formas literarias tradicionales. Es la primera tarea que se propone el nadaísmo, y el primer tema que desglosa el manifiesto. La búsqueda de una nueva poesía y una nueva estética que recoja los caminos que marcan las vanguardias artísticas internacionales del siglo xx, principalmente el surrealismo, el simbolismo, el dadaísmo (3), el cubismo o el futurismo. Se refiere G. A. a una poesía más libre, que excluya la lógica unificada, los preceptos de la retórica, las obligaciones del ritmo o de la rima, los cánones de la belleza clásica, el predominio sentimental y el dominio de una razón unificadora. Los nadaístas proponían una poesía más experimental, de asociaciones libres e imágenes arbitrarias. De nuevas y variadas sensaciones. Sin leyes. Ni reglamentos. Ni imposiciones restrictivas. Que pudiera abarcar la intuición, el sueño, lo irracional, y no solo lo reconocido y aceptado como realidad. Una poesía que pudiera hablar de una vocal verde, o de un pájaro ebrio de existencia. Que incluyera el fragmento, la desvertebración, lo inconcluso, lo no real, lo absurdo, lo inverosímil, lo irreal, lo patológico, lo prohibido, lo inquietante… (4) Y no solo lo ideal o sentimental, o religiosamente correcto, de la poesía más general que se escribía en Colombia cuando surge el grupo.
Gonzalo Arango se aleja de las teorías del genio. Habla de la condición humana del poeta. Lo iguala con los demás hombres. Lo retira del ámbito de la divinidad. De la inalcanzable torre de marfil. Separa la poesía de la moral, del adoctrinamiento, del proselitismo, y afirma que la poesía carece de función social (5). Y defiende la libertad como el atributo esencial y primero de la poesía. Esta nueva visión estética se formula desde el primer momento, desde el Primer manifiesto nadaísta. Es una nueva concepción de la belleza que se encuentra, por ejemplo, en la poesía de G. Arango, Amílcar Osorio o Eduardo Escobar. Una concepción más moderna que el modernismo y el parnasianismo, que integra las distintas propuestas estéticas de las vanguardias artísticas europeas y norteamericanas: Breton, Baudelaire, Mallarmé, Valéry, Dalí, Rimbaud y los escritores de la generación beat… y da un giro más fresco, renovado y personalizado a la poesía colombiana.
Se refiere G. A., desde el Primer manifiesto, de forma directa a Breton y a Mallarmé como faros que iluminan la estética nadaísta (6), (7). Las nuevas ideas estéticas de surrealistas y simbolistas, principalmente franceses, impulsan las primeras reflexiones estéticas de los nadaístas. Y les ayudan a observar el estado anacrónico de los poetas colombianos de su tiempo. Y a desear forjar una nueva poesía, de mayores libertades, menos uniforme, más creativa, y desprendida de todo sistema fijo, esquema o dogma. Esta nueva estética, fundada en la libre asociación, las ideas libres, la escritura libre, el libre pensamiento, y la libertad formal, constituye la estética nadaísta. Una estética de libertad creadora, exploración arbitraria, y libertad intelectual.
Notas:
(1) | Arango, Gonzalo. Primer manifiesto nadaísta. Medellín: Sílaba Editores / Ediciones Otraparte, 2018, p. 6. |
(2) | Ibídem, p.p. 5-9. |
(3) | El manifiesto Dada fue el primer manifiesto del movimiento dadaísta, escrito por Tristan Tzara en 1918, 40 años antes del primer manifiesto del nadaísmo. (Zürich, Revista Dada, n.º 3, 1918). |
(4) | Arango, Gonzalo. Opus cit., p.p. 8-9. |
(5) | Ibídem, p. 5. |
(6) | Ibídem, p.p. 7-10. |
(7) | Aunque Gonzalo Arango intenta negar en el primer manifiesto los parentescos estéticos, y las influencias… Tal vez es absurdo e innecesario negarlas… Porque todo trabajo artístico tiene antecesores e influencias, y el crítico tiene la libertad de detectar y establecer relaciones y similitudes, y apostar influencias. Porque «no existe cultura solitaria, ni desvinculada de los intereses universales», como dirá el propio Gonzalo Arango en la página dieciocho del muy interesante Primer manifiesto nadaísta. |
Fuente:
Comunicación personal.