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¡Gonzalo, el Hombre Nuevo!

El hombre nuevo no nace desde afuera, sino desde adentro. Cristo es la ÚNICA ESPERANZA del Hombre Nuevo. Porque Él es el Camino, la Verdad y la Vida.

Gonzalo Arango

Por Angela Mary Hickie (Angelita)

Aunque ya han pasado treinta años desde su viaje al otro mundo, siento la presencia viva de Gonzalo. No he olvidado en absoluto los hermosos años que pasé junto a él. Es la persona quien más ha llegado a mi corazón e inspirado la fe y la esperanza necesarias para seguir, por su honestidad y por su gran amor y conciencia.

Durante nuestros siete años juntos, Gonzalo experimentó un enorme cambio en su vida y este cambio incluía el alejamiento de la vida pública y el giro total hacia Jesucristo, hacia la soledad y la búsqueda interior. Su manera de escribir cambió, se simplificó. Luego de haber negado todo por tantos años, para Gonzalo ya era hora de afirmar lo que iba descubriendo. En sus libros Providencia, Fuego en el Altar y Adangelios, hoy compilados en el libro titulado Todo es mío en el sentido en que nada me pertenece, publicado por la editorial Plaza & Janés, se ve claramente el despertar de su conciencia, su ira santa y la inmensa gana de ayudar al mundo adolorido. Este cambio incluía también el abandono del movimiento que el mismo creó, unos catorce años antes.

El inventico cumplió su ciclo; su propósito inicial fue muy distinto; al perder la sal el nadaísmo se deterioró en una corriente de moda, expresó al entregar simbólicamente el movimiento a Hernando Santos, director del diario El Tiempo en esa época (7 de mayo de 1972). Si mis amigos quieren seguir con eso, que lo hagan, pero yo me retiro, dijo, definiendo que:

El nadaísmo
preparó el advenimiento del Cristo
en nuestros corazones;
fue infierno con calvario al fondo,
empobreciendo el palacio
de las vanidades y los egoísmos,
hasta convertirlo en pesebrera
de nacimiento crístico.

Otro aspecto del extraordinario cambio que tuvo Gonzalo era en su aspecto físico. Reemplazó sus zapatos de cuero por alpargatas, las camisas convencionales por camisas de colores alegres que yo le cosía en la máquina, el saco por la ruana, los pantalones por blue-jeans que yo bordaba con flores, y se dejó crecer el pelo. Renunció al alcohol, a sus tres paquetes diarios de cigarrillos Nacional sin filtro, apartó de sí la vanidad, la soberbia, las mujeres, la líbido, las aspiraciones al poder, la mentira, y sobre todo: cambió la razón por el sentir. Dijo que si seguía leyendo se enloquecería; que no le cabía un libro más en su cabeza. Fue por eso que él mismo decidió vender su biblioteca y sólo dejar unos diez libros de cabecera, entre ellos la Biblia. En Providencia escribió:

¿Qué clase de hombres son los literatos
que no creen en la palabra de Dios: LA VIDA?
Sólo piensan en el ego literario que es agonía.
Avaros intelectuales solitarios; dementes ruinas.
Egos hartos de razones... ¡Pilatos de la vida!

Nietzsche es un asesino admirable;
como Descartes, el bandido lógico:
uno encendió demasiado el foco de la violencia;
el otro lo apagó con la razón.
¡A la hoguera del perdón y el olvido... los dos!

¡Escribe con sangre verde, que es la savia de la vida!

A través de nuestra unión, Gonzalo se dio cuenta de su gran necesidad de libertad y de empezar una nueva vida que no incluiría su pasado ni el nadaísmo. En el momento que lo conocí, él había viajado a San Andrés con el propósito de buscar nuevos horizontes. Me dijo que su vida había entrado a un túnel sin luz, a un callejón sin salida: que no estaba en nada satisfecho con su actual existencia, estancado y abismado por la oscuridad que lo perseguía. En una carta de Correspondencia Violada expresó:

Mi alma está vacía, sin objeto, huérfana sin la carne, sin alas... Me arrastro y me sobrevivo. Y algo sin nombre, pero enemigo conspira contra mí. No es pesimismo, es otro peso aplastante, absoluto, casi la indiferencia ante la muerte. Yo mismo me asombro de sentir eso, tan ajeno a mi optimismo trágico, a mi gozosa y absurda pasión por la vida...

En pocas palabras, Gonzalo renació, haciendo sacrificios del ego, matando al hombre viejo que impide el renacimiento.

Haz tu corona de amor como Cristo
con el oro de la humildad
y los diamantes del sacrificio.

Al traducir su última obra al inglés, se confirma que su mensaje profético y apocalíptico está dirigido en primer lugar a los países más desarrollados en donde la presión social es insoportable y el hombre es apenas una ficha más, una máquina al servicio del Estado, donde el Apocalipsis ya se está gestando y por ende donde más necesitan una voz despertadora de la conciencia para que el ser humano regrese a sus raíces, deje de lado tanto materialismo y tecnología y vuelva a encontrarse consigo mismo en la sencillez y la humildad.

* * *

Algunos nadaístas no han podido entender el cambio de su profeta de la oscuridad que de repente se volvió el profeta de la luz. Estos llamados amigos cercanos han hecho y dicho todo lo que se les ha ocurrido para mantener oculta esta evolución de su líder. Ahora, después de treinta años, resulta que, según Jotamario Arbeláez y Eduardo Escobar, (Revista Semana, 2006, edición no: 1.273), la noche del viernes anterior al fallecimiento de Gonzalo todos fuimos a la casa de Eduardito al “legendario encuentro”. ¡Eso es absolutamente falso! Gonzalo rompió con su pasado, el nadaísmo y la revista Nadaísmo 70, y jamás nos volvimos a reunir con ellos en los últimos cuatro años de su vida. ¡No hubo tal legendario encuentro! ¡Gonzalo y yo nos preparábamos ese viernes para madrugar a Villa de Leiva al otro día! O están muy viejitos y les está fallando la memoria, o inventaron semejante mentironón para seguir intentando borrar sutilmente los últimos años de Gonzalo y la gran transformación que vivió. Si tuviera esto un ápice de verdad habría sido lo primero que hubieran dicho desde hace treinta años. ¡Por Dios! Si a esto lo llaman literatura Colombiana, están muy equivocados.

En ese mismo artículo, afirman que Gonzalo vivió en el barrio la Perseverancia en una habitación sin luz eléctrica. ¡Mentira! En su apartamento El Monasterio sí había electricidad porque vivimos allí durante un mes. ¿Cómo pudieron saberlo si Gonzalo nunca los invitó? Tampoco es cierto que me llevó a vivir a un garaje en el Bosque Izquierdo; nuestro hogar era un modesto y acogedor apartamento sin garaje en un primer piso cuyas paredes pinté de flores.

Ellos quieren quitarle importancia a los años que compartí con Gonzalo, tratando de separarnos en la historia y en el recuerdo del mundo, recortando a Angelita de las fotos que nos tomaron juntos como si así pudieran cambiar la verdadera historia. ¿Acaso la vida no es cambio y evolución? Gonzalo ya no es ese bohemio rebelde, libertino y cáustico. ¡Gonzalo resucitó!

Cambiar implica humildad y eso es una palabra chocante para alguien que toda su vida ha vivido de la admiración del público y de la vanidad intelectual. Ahora entiendo cómo es que la historia queda grabada tan distinta a lo que en realidad fue.

No he hablado durante treinta años, pero tampoco he olvidado. Con Gonzalo viví lo más maravilloso de la vida y no he tenido porqué justificarlo ante el mundo. Pero ahora, a raíz de las tantas tergiversaciones me veo en la obligación de defenderlo y mantener viva y limpia su memoria y, por supuesto realzar su nuevo mensaje. Dios y la verdad triunfan, pues hoy me siento más cerca que nunca a Gonzalo quien vive profundo en mi corazón, en la memoria y en el diario vivir. El amor verdadero es eterno... no tenemos afán.

Este es su himno, La Esperanza de la Cruz, del libro Fuego en el Altar:

¡Hermanos, despertad!,
hay un camino hacia la luz,
es el camino a la libertad,
la esperanza de la Cruz.
¡Hermanos, buscad, buscad!,
hay una luz que brilla más que el oro;
el amor puro, la felicidad.
Es Jesús que nos guía hacia el tesoro.

Brothers, wake up!,
there’s a pathway leading to the light,
it’s the road that leads to freedom,
hope in the Cross.
Brothers, search and search!,
there’s a light that shines brighter than gold;
it’s pure love and happiness.
It’s Jesus who’s guiding us towards the treasure.

Villa de Leiva, octubre 17 de 2006

Fuente:

Comunicación personal.

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